(Lucas 7:1-10)
– Jesús siempre estaba con la gente más sencilla y necesitada.
– La autoridad y el amor deben ir siempre juntos.
– La fe sincera no entiende de barreras ni impedimentos.
– La fe no estaba basada en su posición, sino en el poder y la misericordia de Jesús.
– Jesús siempre atiende a quién se acerca con fe y humildad.
– Nadie es merecedor de la gracia de Dios. Solo quien se reconoce indigno está en la disposición adecuada para alcanzarla.
– Por ello, para tener un encuentro con Jesús hemos de buscarle con humildad.
– El elemento más importante de este pasaje es la fe. Una fe profunda en Jesús.
– La autoridad se gana con el ejemplo, respetando a los demás.
– Podemos «impresionar» a Dios con nuestra actitud (fe, confianza, obediencia…).
– El poder de Dios no está limitado a que nos sometamos a unas determinadas formas o métodos. Él puede obrar dónde, cuándo y cómo quiere.
Pon tu confianza, con humildad, en Dios, y Él hará.