A lo largo de nuestras vidas vamos a pasar por momentos difíciles y dolorosos.
Pérdidas de personas cercanas, situaciones de enfermedad, oposiciones del mundo y traiciones de allegados.
Pero en todas esas circunstancias debemos recordar que tenemos un Dios con el que podemos contar siempre y al que podemos acudir para mostrarle nuestro dolor.
Porque Él conoce nuestras lágrimas y está siempre dispuesto para darnos su consuelo y su esperanza por medio de su Santo Espíritu.