Es habitual escuchar críticas contra la «racionalidad» de la fe, y es frecuente encontrar descalificaciones hacia los creyentes como si fueran personas faltas de entendimiento y supersticiosas.
Sin embargo, es curioso comprobar como muchas de las más grandes mentes de nuestra historia han sido, y son, personas creyentes, que no encuentran en la ciencia ninguna evidencia que niegue su fe en Cristo sino, antes bien, encuentran motivos para profundizar, aún más, su certeza en un Dios creador y Salvador.