Navidad es mucho más que una fiesta de intercambio de regalos. Navidad es una actitud, es generosidad, es amar, es darse a los demás del mismo modo que Dios se dio por nosotros.
Cuando preguntas a la gente qué es para ella la Navidad te encuentras respuestas muy curiosas:
- Un tiempo de intercambiar regalos.
- Un tiempo para estar en familia.
- Un tiempo de vacaciones.
- Para muchos un tiempo de estrés o depresión.
- Incluso, que es «el cumpleaños de Santa Claus».
Para una gran mayoría de la sociedad la Navidad ha perdido el componente de espiritualidad que le dio origen para convertirse en una simple fiesta de luces, comidas y regalos.
Y es curioso que, una fecha en la que la Cristiandad celebra el nacimiento del Salvador, sea una de las peores fechas del año a nivel emocional.
Peleas de familia, estrés, consumismo desaforado. Y después, la «cuesta de enero».
Sin embargo, cuando te acercas a la Navidad contemplando a aquel cuyo nacimiento fue el motivo de esta celebración, si dejas que su mensaje toque tu vida y aceptas el regalo que Él nos hizo de paz y salvación, entonces tu enfoque es radicalmente distinto.
A partir de ese momento Navidad ya no es una fecha arbitraria, sino que Navidad se convierte en una actitud que vives con alegría cada día del año.
Una actitud de generosidad y de amar. No es cuestión de comprar regalos, sino de darse a los demás del mismo modo que Dios se dio por nosotros.
Porque entonces, y aunque enfrentes problemas y dificultades, ya tienes el mayor regalo que una persona puede recibir: el regalo del perdón y de una vida plena y de relación con Dios.
Y cuando tienes eso cada día de tu vida es una verdadera Navidad.
Si quieres conocer más sobre el sentido de la Navidad, y vivirla de verdad, te invito a que visites alguna iglesia o a que contactes con nosotros.