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Última predicación sobre la vida de Jacob. En ella aprenderemos tres principios esenciales para una vida llena de la presencia de Dios.

El primero es que la obediencia a Dios puede incluir un precio a pagar, pero es la única opción para un cristiano.

El segundo es que cualquier cosa que podamos hacer en la obra de Dios es realizada por la misericordia divina, porque Él ha escogido «lo vil y lo menospreciado» para que nadie se gloríe en sí mismo.

El tercer principio es que estar ante la presencia de nuestro Padre y ante la tumba vacía de nuestro Señor nos obliga a otorgar perdón a cuantos nos rodean.