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1° Corintios 13
El amor no tiene envidia, es decir, no centra su atención en los bienes de los demás para desearlos, sino que se alegra de la prosperidad física y espiritual de los otros, y agradece a Dios por la situación propia.
Si a alguna «envidia» nos debe empujar el amor es a anhelar servir más a Dios y a ayudar a los hermanos y a los necesitados.