En esta predicación vamos a ver como una persona, aparentemente anónima y sin un ministerio «de relumbrón», fue alguien esencial para la expansión del Evangelio y la redacción del Nuevo Testamento.
El verdadero amor es lo que te hace pasar por alto la ofensa, cualquiera que esta sea y ver al prójimo a través de los ojos de Cristo y te hace permanecer firme bajo la presión, sin abandonar tu actitud cristiana, y salir victorioso o victoriosa.
Cuando la maldad ajena no puede negarse y no es posible creer en la bondad del prójimo, el amor se niegan a darse por vencido y confía en que aún haya una posibilidad de mejora.
El verdadero amor se inclina a mirar a las demás personas y sus motivaciones con los mejores ojos posibles.
«Mirad cómo oís»
Hoy aprenderemos a escuchar mejor a Dios, a no dormir espiritualmente, sino a velar, a trabajar y a buscar su presencia, porque, «aunque tardaré», Cristo volverá a por su iglesia.
Hoy aprenderemos cómo afrontar nuestra tendencia al pecado y la incitación al mismo, «porque la paga del pecado es muerte».
En la contabilidad divina el amor no lleva la cuenta de las ofensas.
Dios nos muestra que Él es el verdadero sustento y la verdadera base de nuestras vidas. Y no hay otra forma de conocerle que a través de su Palabra, de ahí que sea tan importante aferrarnos a la Biblia.