Hoy hablamos de nuestros hijos, y vamos a comentar algunas de las claves a la hora de educar a nuestros hijos.
Con cuánta emoción las parejas siguen atentamente los inicios de la vida de su bebé.
Ya desde que están en el vientre materno, esperan ansiosos las primeras ecografías: si el bebé está bien, si será niño, o si será niña… ¡Cuánta expectativa desarrollan los padres ante cada hijo que viene! (y no digamos ya los abuelos). El niño nace y es el centro de la atención y del cariño de todos, de los padres, familiares, amigos…
Hacemos un gran esfuerzo para que no le falte de nada, hasta los últimos detalles: la cuna, el cochecito, el capazo, la mochila, la silla auxiliar, la bañera, el parquecito para que juegue, luego el andador, juguetes con vivos colores y música infantil…
Sin embargo, yo me pregunto: ¿ponemos también el mismo empeño y desarrollamos la misma expectativa en cuanto a la manera en que queramos educarle?
Porque realmente esto es lo que al final importa: ¿Qué le vamos a ir enseñando, cómo lo haremos?, ¿Cómo le instruiremos paso a paso en las cosas importantes de la vida?
No podemos ser tan ingenuos de creer que estas cosas son algo de lo que ya se encargará “el sistema”. La educación de nuestros hijos nos compete a nosotros, a los padres.
El sistema nos brinda la formación académica, pero la formación de su carácter, la educación en cuanto a las relaciones humanas y a los principios que luego marcarán su vida, es una responsabilidad ineludible que los padres han de asumir, y en ello no pueden tolerarse intromisiones que apunten en dirección contraria.
El bagaje más importante que debemos transmitir a nuestros hijos tiene que ver precisamente con estas cosas: un carácter firme y definido, una manera equilibrada y positiva de entender la vida, y una formación que les habilite para relacionarse saludablemente con las personas. Todo lo demás, lo académico, lo deportivo, lo cultural, etc., aún siendo necesario, está sin embargo en un segundo plano.
Ya desde antiguo, la Biblia habla de estas cosas a los padres:
“Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma… y más adelante: Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes” (Deuteronomio 11: 18)
¿Y cuáles han de ser esas enseñanzas “claves” que hemos de transmitir a nuestros niños? Pues en especial, todas aquellas enseñanzas que les hagan entender y practicar la obediencia, el entender el concepto de autoridad (que ellos no son quienes mandan en el hogar), principios como el respeto a los mayores y a los demás.
Es fundamental también enseñarles acerca de la sinceridad. Ni la más pequeña mentira debe subestimarse, enseñarles sinceridad es darles futuro. Otro principio clave es la responsabilidad. Y desde luego, han de aprender bien la “ley de las consecuencias”: consecuencias buenas cuando hacen lo correcto y consecuencias malas cuando hacen lo malo.
Otra enseñanza fundamental que debemos insertar en nuestros hijos, tiene que ver con “los otros”: frente a la evidente tendencia egoísta que exhiben todos los niños, hemos de hacerles entender que hay otras personas afuera de ellos, y que son importantes, que tienen necesidades, y que debemos amarlos. Evitar el egocentrismo y el individualismo, y hacerles ver que somos seres sociales, y que ahí afuera está “mi prójimo”.
Todas estas cosas no son demasiado elevadas. Los niños son capaces de aprenderlas desde bien temprano. Y también desde temprano, los niños necesitan límites y disciplina. Todo esto se les puede enseñar desde que nacen, adaptando la manera según su capacidad de comprensión.
Lo cierto es que los padres vamos por la vida acumulando experiencias, aciertos y errores… Aprendemos a interpretar y a gestionar las experiencias gozosas y también las experiencias amargas. Al paso de la vida, nuestros ojos han visto de todo, y nos convertimos en los maestros encargados de transmitir esa riqueza a nuestros hijos. También la biblia habla sobre esto:
“Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos”. (Deuteronomio 4: 9)
Como padres, necesitamos entender que el asunto de la educación de nuestros hijos es algo decisivo, porque además, el mundo que luego se van a encontrar es francamente complicado.
La educación de nuestros hijos en cuanto a los principios que les he comentado, ha de comenzar desde que nacen, los padres deben hablarlo y planificarlo previamente. La improvisación puede dar resultados buenos, a veces, pero imprevisibles otras… Es mejor planificar qué y cómo enseñaremos a nuestros hijos.
Padres, debéis invertir horas jugando con vuestros hijos, leerles cuentos educativos, incluso leerles, antes de acostar, alguno de los pasajes o de las enseñanzas de la vida de Jesús, hacer con ellos una sencilla oración a Dios… No desaproveches cualquier oportunidad para transmitir principios y formar su carácter.
Ten cuidado especialmente con la televisión: Lamentablemente son muchos los padres que optan por dejar libremente al niño, horas frente a cualquier canal de televisión. Y sabemos bien que la televisión y otros medios, si no están controlados y dirigidos por los padres, también pueden formar, o deformar a nuestros hijos.
Eduquemos, pero eduquemos bien, y eduquemos pronto. Las cosas que inscribimos en la mente del niño pequeño, le marcan para toda la vida. Así lo recoge la Biblia en el libro de los proverbios de Salomón: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. (Proverios 22: 6)
Es necesario aprovechar esos primeros años de sus pequeñas vidas, cuando todavía ellos nos idealizan y nos ven como un modelo a imitar. Esa etapa en la que los niños desearían de mayores ser como papá, o como mamá. Esa es la etapa en la que mejor podemos grabar en ellos los principios que sostendrán luego su vida futura.
Los padres, de forma natural, somos llamados a reproducir en nuestros hijos, nuestros patrones, nuestras ideas acerca de cómo entendemos la vida, y nuestros principios en cuanto a la convivencia y la relación con las personas que nos rodean.
Y como nuestros hijos no tienen un pelo de tontos, será fundamental que demos ejemplo de nuestras enseñanzas, con nuestra propia vida. Ellos descubrirán pronto si nuestras enseñanzas son solo teoría, o si aparecen escritas en nuestra vida diaria. Es hipocresía y cinismo pretender pedir a nuestros hijos, lo que nosotros no estamos dispuestos a hacer.
Como maestros de nuestros hijos, hemos de ser irreprochables, y cuando fallamos, hemos de hacérselo ver, y habremos de disculparnos con ellos muchas veces, para que ellos también aprendan las lecciones sobre el arrepentimiento y el perdón.
Bien, para terminar estas reflexiones, quiero presentarles un conocido texto que hace ya años circula por Internet, y que remarca la importancia de lo que hoy les he contado, pero lo hace mostrando la otra cara de la moneda, lo que puede ocurrir cuando descuidamos la educación de nuestros hijos. Quizá ya lo hayan leído alguna vez. Se titula: “Normas para hacer de tu hijo un delincuente”
1. DALE DESDE NIÑO TODO LO QUE EL QUIERA. Así llegara a mayor convencido de que el mundo entero le debe todo.
2. SI DICE GROSERÍAS O HACE TONTERÍAS FESTÉJASELAS. Así creerá que es muy gracioso y aumentara su repertorio.
3. NO LE DES NINGUNA FORMACIÓN ESPIRITUAL. Cuando sea mayor solo buscara lo material y superfluo.
4. NO LE DIGAS NUNCA QUE SE HA EQUIVOCADO. Mas tarde cuando cometa un error, abuse, mienta o robe, estará convencido de que la sociedad es la que lo persigue y quiere hacerle daño.
5. RECOGE TODO LO QUE EL TIRA EN EL SUELO. Así se convencerá de que todos deben estar a su servicio.
6. DÉJALO LEER Y VER TODO LO QUE EL QUIERA. De esta forma asimilara la violencia, las desviaciones sexuales y la degradación humana.
7. DISCUTE Y PELEA CON TU PAREJA DELANTE DE EL. Así cuando tu familia este destrozada, el no se dará por enterado, pero si destrozara luego la que él forme.
8. DALE TODO EL DINERO QUE QUIERA. Así ni siquiera sospechara que se deba trabajar para poder disponer del dinero.
9. HAZ QUE TODOS SUS DESEOS ESTÉN SATISFECHOS Así vivirá exigiendo a todos que le cumplan sus caprichos.
10. DALE SIEMPRE LA RAZÓN, ASÍ CUANDO EL FALLE Creerá que sus maestros, la gente, y la ley, le están deseando el mal.
11. CUANDO QUIERA HABLAR CONTIGO Dile que no tienes tiempo, que tienes mucho trabajo, o que estas cansado, así buscara respuestas a sus preguntas con la persona equivocada.
12. DÉJALE SOLO EN CASA MUCHAS VECES Así buscará compensar su soledad con el alcohol y las drogas.
Ya lo saben, esto es lo que NO hay que hacer. Pero la Biblia nos indica claramente lo que SI debemos hacer, léala y encontrará en ella las pautas que no fallan.
Que Dios bendiga tu familia