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Cristo, y sólo a través del arrepentimiento sincero, es el único lugar donde podemos ir para refugiarnos de la ira de Dios.

Una de las funciones esenciales de un techo es proteger, a los que se cobijan debajo, de las inclemencias del exterior.

El Hijo de Dios fue, es y será la perfecta cubierta de amor.

 

 

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